Sudamérica es hogar de algunos de los destinos turísticos más famosos del planeta: Machu Picchu, el Cristo Redentor, el Salar de Uyuni, las Cataratas del Iguazú… Pero lo cierto es que el continente también esconde verdaderas joyas poco conocidas, rincones mágicos que aún no han sido invadidos por el turismo masivo. Y para el mochilero curioso, estos lugares son un verdadero tesoro.
En este artículo te presento destinos imperdibles en Sudamérica que aún se mantienen fuera del radar del turismo tradicional, ideales para quienes buscan autenticidad, naturaleza virgen, cultura local viva y experiencias distintas. Son lugares donde todavía se puede caminar sin multitudes, dormir en hostales familiares, comer platos caseros y sentir que estás descubriendo algo especial.
¿Por qué buscar destinos no masificados?
Viajar por lugares menos conocidos tiene múltiples beneficios:
- Menores costos en alojamiento, transporte y comida.
- Interacción más auténtica con la población local.
- Experiencias únicas que no encontrarás en guías tradicionales.
- Impacto ambiental y cultural más equilibrado.
- Más tranquilidad y conexión con la naturaleza.
Sin embargo, es fundamental hacerlo con responsabilidad y respeto, especialmente si se trata de comunidades pequeñas o ecosistemas frágiles.
1. Isla de Chiloé (Chile)
Aunque es conocida dentro de Chile, la Isla de Chiloé aún no ha sido descubierta por el gran turismo internacional. Este lugar mágico parece suspendido en el tiempo: casas de madera sobre pilotes, iglesias de más de 300 años, mercados de mariscos, bosques encantados y leyendas mitológicas que aún viven en la voz de sus habitantes.
Qué hacer:
- Visitar las iglesias de madera Patrimonio de la Humanidad.
- Caminar por el Parque Nacional Chiloé.
- Probar el curanto, plato típico cocido bajo tierra.
- Conversar con locales sobre brujos, sirenas y almas errantes.
Ideal para: mochileros interesados en cultura popular, naturaleza húmeda y tradiciones vivas.
2. Cabo Polonio (Uruguay)
Este pequeño pueblo costero es accesible solo a través de vehículos 4×4 que atraviesan dunas protegidas. En Cabo Polonio no hay calles pavimentadas, la electricidad es limitada y el tiempo parece no correr. Allí, el viajero puede desconectarse totalmente y convivir con el mar, los lobos marinos y una comunidad alternativa.
Qué hacer:
- Subir al faro y observar la costa virgen.
- Caminar por la playa entre dunas y formaciones rocosas.
- Disfrutar de la noche sin luces artificiales.
- Conversar con artesanos y viajeros que decidieron quedarse.
Consejo: lleva abrigo, linterna, comida y una mente abierta. No hay señal de celular en gran parte del área.
3. Barra de Camaratuba (Brasil)
En el estado de Paraíba, al nordeste de Brasil, se encuentra este paraíso casi virgen de playas doradas, cocoteros infinitos y ríos de agua dulce que desembocan en el mar. Muy pocos turistas llegan allí, lo que permite disfrutar de una experiencia auténticamente local.
Qué hacer:
- Nadar en la unión del río con el mar.
- Dormir en posadas familiares frente a la playa.
- Hacer kayak por el manglar.
- Comer pescado fresco preparado por los pescadores.
Ideal para: mochileros que buscan naturaleza, tranquilidad y cultura nordestina.
4. Valle de Cocora alternativo (Colombia)
El Valle de Cocora es famoso por sus palmas de cera gigantes, símbolo nacional de Colombia. Sin embargo, la mayoría de turistas se concentra en una única ruta turística. Existen otras rutas menos conocidas y más tranquilas, accesibles desde el pueblo de Toché o desde veredas del municipio de Pijao, en el Quindío.
Qué hacer:
- Caminar por senderos rurales sin aglomeraciones.
- Ver palmas de cera en su entorno natural, sin multitudes.
- Acampar en fincas campesinas.
- Conocer familias que trabajan en turismo comunitario.
Consejo mochilero: busca guías locales alternativos que te ayuden a conocer estos caminos “secretos”.
5. Comunidad de Saraguro (Ecuador)
En el sur del Ecuador, cerca de Loja, vive la comunidad Saraguro, uno de los pueblos indígenas más organizados y culturalmente activos del país. Su territorio está lleno de historia, espiritualidad andina, agricultura consciente y proyectos de turismo comunitario.
Qué hacer:
- Participar en rituales andinos.
- Conocer sobre la cosmovisión Saraguro.
- Aprender técnicas de tejido o medicina ancestral.
- Caminar por senderos sagrados con guías locales.
Importante: visita con respeto y apertura, y elige proyectos que empoderen a la comunidad.
6. Laguna Esmeralda (Argentina)
Cerca de Ushuaia, en Tierra del Fuego, se encuentra esta laguna de color turquesa, rodeada de montañas nevadas y bosques de lengas. Aunque se ha hecho algo popular, aún es accesible sin pagar entrada y con un número moderado de visitantes si vas temprano o fuera de temporada.
Qué hacer:
- Caminata de ida y vuelta de unas 4 horas.
- Disfrutar de un paisaje glaciar sin intervención urbana.
- Observar castores y flora patagónica.
- Acampar cerca (aunque no está permitido en la misma laguna).
Consejo mochilero: lleva abrigo, comida, protector solar y buen calzado. El clima cambia muy rápido.
7. Pueblo de Coroico (Bolivia)
Ubicado en los Yungas bolivianos, Coroico es un pueblo que parece suspendido entre las nubes. A solo unas horas de La Paz, ofrece un clima cálido, vistas espectaculares, caminos verdes y una atmósfera relajada, ideal para desconectarse sin perder comodidad.
Qué hacer:
- Relajarte en eco-lodges o campings con vista al valle.
- Hacer caminatas por cafetales o cascadas.
- Conocer comunidades afrobolivianas.
- Descender en bici por el famoso Camino de la Muerte.
Tip: aunque es menos turístico que otros destinos, la infraestructura es buena y hay transporte diario.
8. Islas del Rosario menos visitadas (Colombia)
Las Islas del Rosario, frente a Cartagena, son famosas por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas. Pero muchas excursiones llevan solo a las más turísticas. Si quieres tranquilidad, busca alternativas como Isla Grande, Isla del Pirata o incluso pequeñas islas privadas que ofrecen ecoalojamiento.
Qué hacer:
- Snorkel en arrecifes protegidos.
- Dormir en hamacas junto al mar.
- Participar en actividades de turismo responsable con pescadores locales.
- Ver plancton luminiscente de noche.
Recomendación: evita tours de un día. Quédate al menos una noche para vivir realmente la experiencia.
9. Reserva de Manú (Perú)
El Parque Nacional del Manú, en la Amazonía peruana, es una de las zonas con mayor biodiversidad del mundo. Aunque muchos viajeros van a Iquitos o Tambopata, Manú sigue siendo un destino para viajeros con espíritu aventurero y profundo respeto por la naturaleza.
Qué hacer:
- Navegar por ríos amazónicos en botes pequeños.
- Dormir en lodges ecológicos o campamentos en la selva.
- Avistar aves, monos, jaguares y delfines rosados.
- Aprender con guías indígenas que conocen el bosque como la palma de su mano.
Advertencia: el acceso puede ser complicado. Investiga bien y contrata operadores éticos.
10. Punta del Diablo (Uruguay)
A pesar de estar cada vez más en boca de viajeros, Punta del Diablo mantiene su esencia: calles de tierra, casas de madera, pescadores, artistas y mochileros. Alejado del lujo y la ostentación, este rincón uruguayo es perfecto para descansar, crear y conectar.
Qué hacer:
- Surfear o simplemente mirar el mar.
- Caminar hacia el Parque Santa Teresa.
- Compartir fogatas y música con otros viajeros.
- Comer pescado fresco en cocinas familiares.
Tip: ve fuera de enero y febrero (verano uruguayo) para disfrutarlo con menos gente.
Cómo viajar a estos destinos de forma responsable
Visitar lugares poco conocidos implica también una gran responsabilidad ética y ambiental. Para que tu presencia no dañe, ten en cuenta:
- Pregunta antes de tomar fotos, especialmente si hay personas o ceremonias.
- Consume local: come en fondas, compra artesanías a mano, contrata guías del lugar.
- No dejes basura: lleva una bolsa contigo y cuida los ecosistemas.
- Infórmate sobre la cultura local: evita actitudes irrespetuosas por ignorancia.
- No publiques la ubicación exacta si es un sitio frágil: así ayudas a que se mantenga protegido.
Los mejores destinos aún son secretos
Viajar por Sudamérica es también un acto de descubrimiento personal. Alejarte de los caminos trillados te permite conocer no solo paisajes nuevos, sino también formas de vida que aún resisten al turismo masivo. Estos destinos imperdibles, aunque menos populares, son los que muchas veces dejan las huellas más profundas en el alma del viajero.
Si buscas autenticidad, conexión y un viaje transformador, considera incluir en tu ruta alguno de estos rincones que aún se mantienen mágicos y puros. Ser mochilero también es aprender a ver más allá del mapa turístico, abrirse al encuentro y dejarse sorprender por lo inesperado.

Mochilero por 10 años, ha recorrido cada rincón de Sudamérica. Escribe el blog para compartir rutas auténticas y consejos sostenibles. Apasionado por conectar culturas y viajeros, cree que la aventura no tiene precio. ¡Explora con mente abierta y presupuesto bajo!